COMENTARIO

De la envidia a la alegría
desprenderse de un corazón dolido

Cuando nos sentimos celosos, no podemos soportar la felicidad, la riqueza, la reputación, el talento y las cualidades de los demás. Queremos destruir su felicidad y sus cualidades y reivindicarlas para nosotros mismos. Podemos enmascarar nuestros celos o racionalizarlos, pero cuando nos despojamos de estas protecciones, vemos lo repulsivas que resultan.
La envidia puede envenenar nuestras relaciones. Sentimos celos de otra persona porque se encuentra con nuestra persona amada. La envidia surge en el ámbito laboral cuando alguna otra persona pasa a ocupar el puesto que deseamos. Cuando otra persona puede jugar al fútbol mejor que nosotros, toca mejor la guitarra, lleva ropas mas elegantes, o ha sido admitida en el colegio de mejor categoría, nos sentimos celosos. La envidia está implicada en muchos conflictos fronterizos entre naciones y en la falta de armonía entre partidos políticos dentro del mismo país.
A veces nuestra envidia es tan intensa que no podemos dormir por las noches o concentrarnos en nuestro trabajo. La envidia nos lleva a decir o a hacer cosas que destruyen el bienestar y la felicidad de los demás. Nos convierte en personas falsas y poco honradas.
La envidia, a veces, se basa en la interpretación incorrecta de una situación egocéntrica en extremo, la envidia piensa:" Mi felicidad es más importante que la de cualquier otra persona. No puedo tolerar que otra persona posea la felicidad que quiero para mí".
el antídoto consiste en mirar la situación con una mente más abierta, considerando no sólo nuestra propia felicidad, beneficio y pérdida, sino  también la de los demás. Se puede producir un profundo efecto en nuestra mente cuando recordamos que los demás también desean la felicidad, es decir, se sienten contentos cuando obtienen bienes y buenas oportunidades, cuando disfrutan de la compañía de personas agradables, y cuando reciben elogios.
Si alguien recibe algo bueno, ¿por qué no alegrarse de corazón? A menudo nos decimos: "¡ qué maravilloso sería si los demás fueran felices!" En este momento una persona se siente feliz, y ni siquiera hemos tenido que hacer nada. No tiene sentido sentirse desgraciado a causa de la envidia.


La Mente y el Nirvana (extracto del libro "Adiestra la Mente"  su santidad XIV Dalai Lama

El proceso por el cual la mente crea nuestra existencia ignorante y el sufrimiento en el que vivimos lo describe Chandrakirti en su obra Guía del Camino Central (Madhyamakavatara), en donde afirma: "Un estado
mental indisciplinado da origen a los engaños que propulsan a un individuo a la acción negativa que, a su vez, crea el entorno nocivo en el que vive la persona".

Para tratar de comprender la naturaleza de la libertad del sufrimiento (nirvana) de la que habla el budismo, podemos remitirnos a un pasaje del texto de Nagaryuna, Fundamentos del Camino Central (Mulamadhyamakakarika), en el que, en cierto sentido, equipara la existencia no iluminada
(samsara) a la existencia Iluminada (nirvana). Lo que indica, aquí, Nagaryuna es que no debemos creer que nuestra naturaleza o nuestra existencia, iluminada o no, es intrínseca.
Desde el punto de vista de la vacuidad, ambos estados se hallan igualmente vacíos por completo de una rea-
lidad o de una existencia intrínseca. Lo que diferencia un estado no iluminado de uno iluminado es el conocimiento y la experiencia de la vacuidad. El conocimiento y la experiencia de la vacuidad del samsara es el nirvana. La diferencia entre samsara y nirvana es un estado mental.

Una vez dadas estas premisas, es lógico preguntar: "¿Está sugiriendo el budismo que todo cuanto existe no es más que una proyección de nuestra mente?". Ésta es una pregunta crítica a la que los maestros budistas han
ofrecido distintas respuestas. Por un lado, los grandes maestros han argumentado que, en el análisis final, todo, incluyendo nuestra experiencia de sufrimiento y felicidad, no es más que una proyección de nuestra mente.

Pero hay otro grupo que ha argumentado, vehementemente, en contra de esa forma extrema de subjetivismo. Este segundo grupo mantiene que, si bien en cierto sentido se puede comprender que todos los fenómenos, incluyendo las experiencias propias, son creaciones de la propia mente o consciencia, esto no significa que todo sea sólo mente.
Ellos afirman que uno ha de mantener un grado de objetividad y creen que las cosas existen.
Aunque mantienen que la consciencia, la mente, el sujeto, desempeña una función en la creación de nuestra experiencia y del mundo, insisten en que existe, también, un mundo objetivo que es accesible a todos los sujetos y a todas las experiencias.

Hay otro punto, con respecto al concepto budista de libertad o nirvana, que creo necesario que se comprenda. Nagabuddhi, un discípulo de Nagaryuna, afirma que, "la Iluminación o la libertad espiritual no es un regalo que alguien pueda hacerte ni es la semilla de la Iluminación algo que sea poseído por otro". La implicación, aquí, es que la semilla o el potencial para la Iluminación existe naturalmente en todos los seres. A continuación, Nagabuddhi pregunta: "¿Qué es nirvana?, ¿qué es la Iluminación?, ¿qué es libertad espiritual?". Y su respuesta es la siguiente: "La verdadera Iluminación no es más que la comprensión absoluta de la naturaleza de la propia entidad". Cuando Nagabuddhi habla de la naturaleza de la propia entidad,
se está refiriendo a lo que los budistas llaman la clara luz última o la naturaleza interna y radiante de la mente. Nagabuddhi afirma que el auténtico estado de budeidad se alcanza cuando la naturaleza interna se ha
actualizado o comprendido en toda su profundidad.

Así pues, cuando hablamos de la Iluminación, el estado de la budeidad o del nirvana, que son los frutos de los esfuerzos espirituales personales, estamos hablando de una cualidad de la mente, de un estado mental. Del mismo modo, cuando nos referimos a los engaños y a los factores que oscurecen y obstruyen nuestra logro del estado iluminado, estamos hablando también de estados mentales, de los estados mentales engañosos. En particular, nos estamos refiriendo a los estados engañosos que se hallan enraizados en un modo distorsionado de percibir el propio yo y el mundo. La única forma de eliminar esa comprensión errónea, esa manera distorsionada de percibir el yo y el mundo, es cultivar la visión correcta de la verdadera naturaleza
de la mente, de la verdadera naturaleza del yo y del mundo. Aquí, una vez más, tanto la percepción purificada como los objetos de purificación han de ser comprendidos en términos de estados mentales.

En resumen, la enseñanza del Buda equipara, por un lado, un estado mental indisciplinado con el sufrimiento y con la existencia no iluminada y, por el otro, un estado mental disciplinado con la felicidad, con la Iluminación
o la libertad espiritual. Éste es un punto esencial.

Generalmente, nuestras experiencias diarias de placer y de dolor están relacionadas con sensaciones físicas y con estados mentales. Es obvio.
Cuando el placer o el dolor se manifiesta principalmente en forma de sensaciones físicas, puede ser subyugado o neutralizado por un estado mental. Esto está claro. Por otra parte, es difícil neutralizar un estado mental desdichado mediante el bienestar físico. Si un enfermo que padece grandes dolores mantiene una mente serena, será capaz de neutralizar su sufrimiento.
Y también se puede aliviar el sufrimiento físico con una actitud de aceptación o con el deseo de soportarlo. Es pues tan útil como importante concentrarse en el adiestramiento mental sobre una base diaria, incluso sin
considerar la próxima vida o la libertad espiritual. Yo creo que a todos nos conviene cuidarnos más de nuestra mente, no sólo del dinero. Creo que conviene incluso a aquellos que no buscan ni están interesados en obtener resultados a largo plazo .